Page 5 - Tiempo eterno: instantáneas fugaces, el jardín de Joaquín Sorolla
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Al año siguiente, en 1895, consiguió una medalla de primera clase en la Exposición Nacional de Madrid con ¡Aún dicen que el pescado es caro!13, que fue adquirido para el Museo del Prado, y en 1896 le concedieron una meda- lla de oro en la Exposición Internacional de Berlín por Pescadores valencianos14, una luminosa escena de mar.
En 1897 obtuvo una nueva medalla en la Exposición Internacional de Múnich por Cosiendo la vela15 y en 1898 una gran medalla del Estado austriaco en la Exposición In- ternacional de Viena por el mismo cuadro, de nuevo una escena pintada al aire libre, en el alegre patio lleno de flores de una de las casitas de la playa del Cabañal de Valencia.
Respecto a la programación que se había propuesto el matrimonio y lo que estimaba Sorolla la colaboración de su mujer en su carrera, veamos qué comentaba al recibir este último premio: «Supones bien, querida Clotilde mía, al pensar que debo estar muy contento, verdaderamente lo estoy y mucho, y más cuando como tú dices bien, no lo es- peraba, te felicito pues a los dos nos pertenecen por igual las alegrías como las tristezas»16. Y al día siguiente: «hacía falta el que este año se pescase algo, todos los años desde que nos casamos se cumplió hasta ahora el programa»17.
En 1900 le otorgaron el Grand Prix en la Exposi- ción Universal de París por ¡Triste herencia!18 y en 1901 en la Exposición Nacional de Madrid le concedieron la medalla de honor por el conjunto de las obras presentadas y en especial por este mismo cuadro. En esta muestra expuso por primera vez un cuadro que había comenzado en 1895, con el nacimiento de su hija Elena, Madre19, obra que en este momento decidió modificar, variando la posición de la cabeza de su mujer y volviéndola hacia su hija, pues así expresaba mejor el aspecto maternal de su esposa con recogimiento y una gran carga de ternura. Es esta una de sus obras cumbre tanto por lo novedoso de su composición y colorido (con dominio absoluto de los blan- cos) como por el sentimiento que emana de la escena. El Estado francés le concedió además la Cruz de Caballero de la Legión de Honor.
A pesar de su gran éxito en París en 1900, escribía a su mujer: «Nuestra sección es pésima, por el decorado y por el contenido [...] lo hacemos en total de lo peor y más atrasado, yo voy más dentro de la corriente que lo general de nuestra tierra, pero puedo y debo hacer algo más, que yo procuraré, que ya me requema la sangre no haber empezado»20. A través de las cartas que envió a su mujer sabemos que en los seis días que permaneció en París visitó a fondo la exposición y conoció a los pintores Sargent, Boldini, Krøyer y Zorn, iniciando con algunos de ellos una buena amistad, y además fue invitado por Fran- cisco Domingo, Carolus-Duran, Léon Bonnat, Benjamin Constant y Jean-Léon Gerôme, para celebrar su triunfo. Sorolla tenía entonces treinta y ocho años.
Del estudio profundo de todo lo expuesto, lo que hacía habitualmente cuando acudía a salones y exposicio- nes, sacó conclusiones que aplicó en adelante en su pin- tura. Para él, al abordar una obra, era necesario conocer a todos los niveles, visual, intelectual y sentimental, aquello que pretendía reproducir. La cuestión no era solamente plasmar fielmente aquello que veía, necesitaba además sentir aquello que llevaba al lienzo. Es en ese momento cuando Sorolla decide poner fin a su carrera de pintor oficial de los salones y grandes exposiciones nacionales e internacionales, ya que ello le obligaba a afrontar temas con los que no sentía a gusto. Las obras de argumento social que le habían valido para obtener grandes premios, como ¡Otra Margarita!, ¡Aún dicen que el pescado es caro!, Trata de blancas21 y ¡Triste herencia!, dejó de pintarlas una vez conseguido su reconocimiento como pintor. En poco tiempo desarrolló una pintura mucho más libre y perso- nal, en la que fue sublimando los valores que para él se- rían esenciales a partir de ese momento.
En los primeros años del siglo xx en la pintura de Sorolla hay una vuelta a Velázquez, una toma de inspira- ción, y pinta algunas obras importantes en estrecha rela- ción con las del famoso pintor: Mi familia22, de 1901, po- dría estar inspirada en Las meninas, y Desnudo de mujer23,
6 blanca ponS-Sorolla


































































































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