Page 3 - Tiempo eterno: instantáneas fugaces, el jardín de Joaquín Sorolla
P. 3
y física que llevaba consigo su modo de trabajar. Si exa- gerado fue su empeño por pintar, también lo fue su derro- che de sentimiento en lo que hacía. Ese sentir tan inten- so y de forma tan continuada fue lo que agotó su salud aunque también gracias a ese no saber vivir sin parar de pintar, se conserva un legado pictórico cercano a las cua- tro mil obras.
En la producción artística de nuestro pintor se defi- nen claramente tres etapas en las que se refleja de manera importante su constante evolución hacia lo que se propone. La primera, de formación, abarca desde sus primeros pasos como pintor hasta el año 1903. Es la que emplea, como él dirá después, en alcanzar su ideal y asegurarlo definitiva- mente. En ella descubre los dos grandes amores que le acompañarán el resto de sus días: su pintura y su familia. Esta etapa puede a su vez ser dividida en dos períodos: uno de formación académica, que abarca hasta el año 1890, y otro de desarrollo creativo hasta su consolidación como pintor, que se extiende desde 1890 a 1903.
Sorolla quedó huérfano de ambos padres cuando apenas tenía dos años, pero tuvo la fortuna de criarse con unos tíos que, a pesar de su falta de medios económicos, favorecieron el interés que mostró desde niño por todo lo que fuera dibujar y pintar, y, aunque hubo de trabajar como aprendiz en la cerrajería de su tío, se esforzaron en enviarle a las clases que por la noche se impartían en la Escuela de Artesanos. Cuando cumplió quince años, para que pudiera dedicarse exclusivamente a su verdadera vo- cación, prescindieron de su ayuda en la fragua, e inició su formación artística en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia.
Quizás el hecho de mayor trascendencia en estos primeros años fue que el joven Sorolla conoció a Antonio García, un renombrado fotógrafo valenciano, padre de un condiscípulo suyo de la Escuela de Bellas Artes, quien supo ver el artista que apuntaba y que actuó como segun- do padre desde el momento que le conoció. Además de ofrecerle el desván de su casa como estudio, le financió
la adquisición de material y le contrató como iluminador en su estudio de fotógrafo para que pudiera seguir ayu- dando a sus tíos en su ajustada economía familiar. Allí conoció y se enamoró de la tercera hija del fotógrafo, Clo- tilde, con la que se casaría años después. De esa proximi- dad con el fotógrafo en los primeros años procede en buena parte la composición fotográfica de muchas de sus obras y su interés por el estudio de la luz.
En este período de formación presentó obras en todas las muestras regionales y también concurrió a las exposiciones nacionales de Madrid, que eran el foro don- de se medían los buenos artistas. En 1881, en su primer viaje a la capital para presentar tres pequeñas «marinas»4 en una de dichas muestras, que pasaron totalmente de- sapercibidas, descubrió el Museo del Prado y especial- mente a Velázquez, que a partir de entonces marcaría de forma definitiva al joven Sorolla, quien le reconocería en adelante como su gran maestro. En 1884 concurrió de nuevo con un cuadro de tema histórico, El dos de mayo de 1908, que recibió una segunda medalla.
Ese mismo año ganó mediante oposición la plaza convocada por la Diputación de Valencia de Pensionado de Pintura en Roma, ciudad a la que se trasladó en ene- ro de 1885. Allí conoció a Pedro Gil Moreno de Mora, un joven de su edad que habitualmente vivía en París, ban- quero y pintor por afición, que con los años se convertiría en su «amigo del alma», y aceptó su invitación para cono- cer la ciudad de la luz, donde confiaba encontrar los aires de renovación que este le anunciaba. Visitó museos, el Salón de los Artistas de ese año y las exposiciones de Jules Bastien-Lepage5 y Adolf von Menzel6, siendo este viaje decisivo en su evolución hacia la pintura de la luz. Allí fue consciente de que su pintura estaba más ligada a la reali- zada al aire libre, tan de moda en París, y a la vez tan en- frentada con las tradiciones estéticas de la época.
En 1888, antes de concluir su pensionado en Roma, contrajo matrimonio en Valencia con Clotilde Gar- cía del Castillo, la hija de su protector. Clotilde sería a
4 blanca ponS-Sorolla


































































































   1   2   3   4   5