Page 6 - Tiempo eterno: instantáneas fugaces, el jardín de Joaquín Sorolla
P. 6
de 1902, en La Venus del espejo. También pinta una se- rie de retratos entre los que destacan El pintor Aureliano de Beruete24 o El fotógrafo Christian Franzen, buenos ami- gos de Sorolla. Estas vueltas a Velázquez, a su gran maes- tro, aparecerán siempre después de sus grandes éxitos.
También en estos años empieza a viajar y a conocer los diferentes paisajes y luces de España. En 1902 viaja por pri- mera vez a Andalucía, que no le impactó como lo haría años después cuando fue descubriendo la esencia de esa tierra. Solo se deslumbró con la visión de Sierra Nevada. Sin embar- go, con el paso del tiempo se fue enamorando progresivamen- te de Sevilla y Granada, especialmente de sus jardines.
Fig. 3
Joaquín Sorolla, Verano, 1904, óleo sobre lienzo, 149 x 252 cm. La Habana, Museo Nacional
de Bellas Artes de Cuba [inv. R/79/370/93-145]
En 1903 Sorolla pinta su Sol de la tarde25, que le parece encarna la plena consecución del ideal que perse- guía. Había alcanzado su madurez. Dice Sorolla:
Desde que empecé a pintar, mi obsesión fue destruir todo convencionalismo, ¡que difícil me ha sido lo- grarlo en muchas partes! [...]
Firme en mi base, empecé a crearme sin temor algu- no mi modo de hacer, bueno o malo, no lo sé, pero verdad, sincero, real reflejo de lo visto por mis ojos y sentido por mi corazón... ¡la manifestación exacta de lo que yo creía debía ser el arte!
Joaquín Sorolla (1863-1923) 7


































































































   4   5   6   7   8