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VÉRTIGO: LOS PAISAJES DEL HOMBRE O... ¿CÓMO VIVIR NUESTRA VIDA?
lugar a los ecosistemas biológicos regulados por su deve- nir geológico, y el tiempo del hombre [Crono]. En un pai- saje que, más allá de ser el teatro del mundo humano, ex- presión material de la relación que el hombre establece con la Tierra, se convierte en la escena donde acontece la propia vida del planeta. La increíble diversidad de paisa- jes pone de manifiesto la gran capacidad de la civilización humana en adaptarse al medio potenciando el dinamismo creador –inherente e inagotable– de la naturaleza6.
6 LaetimologíadelapalabraNaturalezaprovienedelaraízlatinana- tura, que se une a la raíz nasci –nacer– y significa en principio acción de hacer nacer o crecimiento. Un origen similar se encuentra en el griego engendrar, φύδιζ, que proviene de la idea generalizada en la Antigüedad de que la Naturaleza es un ser vivo e inteligente del que el hombre formaba una parte indisoluble. Si se une a nuestro naci- miento –al nacimiento de cada hombre o el de todo un conjunto de personas unidas por la misma naturaleza–, aparece el concepto de nación, natio-onis, que tiene por sentido original también el de unión en el nacimiento. Para más información sobre el concepto de natu- raleza, consultar LUENGO, Ana, “Introducción”, en LUENGO, Ana, MI- LLARES, Coro, (eds.), Los parámetros del jardín español, Ministerio de Cultura, Madrid 2008, tomo I, pp. 32-43. Para más detalles de las raíces de los términos, consultar LENOBLE, Robert, Histoire de l’idée de nature, Editions Albin Michel, París 1969, pp. 229-230.
El paisaje es, en su propia esencia, una realidad física y ecológica a la vez que una realidad cultural y simbólica: supone la materialización del tiempo en un espacio con- creto donde quedan plasmados los ideales y aspiraciones del hombre. En este sentido, la apropiación de un lugar por el hombre conlleva –más allá de la propia supervi- vencia de la especie– la búsqueda de un objetivo de iden- tidad cultural, mediante el cual el lugar adquiere su signi- ficado gracias a la acción humana7. En esta relación simbiótica, el hombre utiliza el sitio para definir[se] como cultura y, por lo tanto, sus expectativas y anhelos se ma- terializan, de forma indeleble, en ese espacio físico deter- minado.
Esta relación de interdependencia hombre-naturaleza ha constituido la base de un contrato milenario entre ambos, estableciendo la garantía de seguridad y prosperi- dad que hoy se conoce como estado de bienestar8. Éste no es sino la transformación espacial del paisaje en base a unos referentes éticos y morales tomados de la naturaleza, que ofrece un modelo de economía distributiva –vigente desde el principio de los tiempos– que organiza los re- cursos mesurada y ordenadamente, obteniendo de ellos una máxima rentabilidad.
Desde la “Alegoría del Buen y del Mal Gobierno” pin- tada por Ambrosio Lorenzetti en 1337 en el Palacio Ducal de Siena –donde se muestran las consecuencias de las vir- tudes y de los vicios del monarca en el control del territo- rio–, hasta la reciente “Trilogía del Señor de los Anillos” (Peter Jackson, 1995) o “Avatar” (James Cameron, 2009) donde se presentan unos paisajes devastados –devorados por la ambición de los “malos”–, se transmite la idea in-
7 Sobre la idea de apropiación del lugar, consultar LUENGO, Ana, “In- troducción”, en LUENGO, Ana, y MILLARES, Coro, (eds.), Los paráme- tros del jardín español, Ministerio de Cultura, Madrid 2008, tomo I, pp. 23-26.
8 Estaesunaviejaidea,puestoquelaeunomía–elnombreprovienede la diosa de la ley y la legislación, de la segunda generación de las Horas– o buen gobierno ya consistía en un sistema de disfrute equili- brado de la tierra que permitió considerar iguales a todos los ciuda- danos en la Grecia clásica hasta el siglo IV a. C.


































































































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